Tras la definitiva exclaustración de 1836, las huertas del convento fueron destinadas a cementerio público. Así en Valladolid se hacía realidad la Real Orden de Carlos III de 1784 de creación de cementerios extramuros de las ciudades y prohibir la inhumación en los templos; la utilización de estas huertas para este propósito hizo que el Camposanto recibiera el nombre por el que aún se le conoce “Cementerio del Carmen”, quedando la iglesia como capilla del cementerio y manteniendo la devoción, culto, cera y cuidado de la imagen de Nuestra Señora del Carmen los hortelanos de la zona, quienes con el paso de los años se constituyeron en Hermandad o Cofradía.
El origen de la Devoción
Este cuidado y culto del cada vez mayor número de hortelanos devotos creó una serie de prácticas que de hecho suponía la existencia de la Devoción como grupo más o menos organizado desde 1840, siendo Obispo de Valladolid D. José Antonio Rivadeneira. Unos años más tarde, esta Devoción presenta al Ayuntamiento de Valladolid un escrito firmado por Benigno Díez, Tomás Arranz, Francisco del Olmo y Lucio García, solicitando el permiso oportuno para reanudar las fiestas de Pentecostés. El Ayuntamiento de Valladolid accedió a esta petición en sesión de 5 de junio de 1848.
Animados los devotos por este permiso concedido, comienzan a celebrar juntas generales, levantándose la primera acta en Junta General de 12 de junio de 1853, en la sala de Ánimas Pobres de la Parroquia de San Pedro Apóstol, bajo la presidencia de Celedonio Tamariz.
La propiedad de la Capilla e imagen de la Virgen
Dos años después se trata del tema de la propiedad de la capilla e imagen de Nuestra Señora del Carmen, presentándose D. Manuel López Puga de Gurrea ante la Junta Superior de Enajenación para hacer valer sus derechos, como heredero de D. Diego González de Gurrea, siéndole reconocido como constaba en unas inscripciones que había en la capilla «Esta capilla con N.ª S.ª, corresponde al mayorazgo fundado por el Dr. D. Diego González de Gurrea y Bonilla, del Consejo de S.M. por compra que hizo al convento. En el año de 1656. Poseedor del referido mayorazgo el Licdo. D. Manuel López Puga de Gurrea y Bonilla como su descendiente legítimo. Ha tomado posesión judicial de ella en 18 de Enero de 1855 ante el escribano D. Laureano Iscar».
D. Manuel era hermano de la Devoción y cedió a ésta los derechos que le habían sido reconocidos, reservándose a cambio el derecho de poder llevar él o alguno de sus descendientes el estandarte de la Hermandad en las procesiones. Por otro lado, el Ayuntamiento fue otorgando diversas ayudas para las reparaciones necesarias en el templo, quedando como Patrono del mismo y autorizando a la Devoción a recibir donativos para la conservación del templo.
Desde entonces, la Devoción como titular de la iglesia hace frente a las reformas y conservación necesaria, se reparan las paredes, se pavimenta la iglesia, colocación de rejas en el presbiterio y otras capillas, nuevo púlpito, reforma de la fachada y obras en el atrio de la iglesia, sala de la “Devoción de Nuestra Señora del Carmen” contigua a la sacristía, hecha de nueva planta, adquisición de ornamentos, fundición de campanas, etc.
El primer reglamento
Redactado un Reglamento se presentó al Gobernador, al Ayuntamiento y a D. Luis de la Lastra y Cuesta, Arzobispo, siendo aprobado por todas las instancias competentes, dándose a la Hermandad el nombre de “Devoción de Nuestra Señora del Carmen»; este Reglamento se repartió entre los cofrades en la Junta General de 1 de enero de 1861, bajo la presidencia eclesiástica del Sr. Cura Párroco de San Pedro Apóstol, D. Fermín Navia Calvo, y siendo presidente de la Devoción D. Lucio García, empezando a existir de derecho en esa fecha.
El culto y la devoción a Nuestra Señora del Carmen
A juzgar por diferentes obras publicadas sobre Valladolid, su historia y sus monumentos por estos años, principios de la década de los 60 del siglo XIX, la imagen de Nuestra Señora del Carmen aún recibiría culto en la primera capilla del lado del Evangelio, que estaba cubierta por exvotos que agradecían la intercesión de la Señora. Así en 1861 se dice: “En su iglesia hay una capilla donde se venera a Nuestra Señora del Carmen, cuya efigie es obra de Gregorio Hernández, siendo tan grande el culto y veneración que se profesa a esta Sagrada Imagen, que se halla dicha capilla enteramente cubierta de las ofrendas y votos, que en ella han depositado los enfermos curados por su intercesión; y en los días de Pascua de Pentecostés, en que se celebra su función acude un numeroso concurso de los pueblos inmediatos, siendo con este motivo una de las más animadas romerías de esta ciudad”. Y en 1864, D. Mariano González Moral amplía algunos de estos datos: “… en la primera capilla del lado del Evangelio, una preciosa imagen de Ntra. Sra. del Carmen, obra de Gregorio Hernández, a quien profesa gran devoción la devota Valladolid. Una asociación piadosa con intervención del Ordinario Eclesiástico y la autoridad civil consagra a honor de esta Señora anualmente en los días de la pascua de Pentecostés una solemne función de Iglesia, a que se hacen el deber de asistir sin distinción de clases ni categorías todos los habitantes de la ciudad y pueblos inmediatos, formando con este motivo una concurrida y festiva romería”. Así, no sólo se habla del culto a Nuestra Señora del Carmen de Extramuros, también recogen algunas notas sobre la concurrida romería.
Rogativas y peregrinaciones
En estas décadas finales del siglo XIX y las primeras del siglo XX se suceden diversas rogativas y peregrinaciones que tendrán como foco principal a la Santísima Virgen del Carmen de Extramuros o a su templo. Las rogativas recogidas tienen como fin primordial el alivio de la población y de los campos por las sequías que se padecían, tampoco hay que olvidar que la Devoción o Hermandad de Nuestra Señora del Carmen estaba fundada por hortelanos.
La primera rogativa tiene lugar en 1868, por una sequía que ya duraba trece meses, los hermanos que por entonces formaban la Devoción aprobaron en junta general celebrada el 22 de abril de 1868, presidida por D. Lino Merino, la propuesta de D. Manuel L. Puga, que constaba de trasladar solemnemente en rogativa pública a la Santísima Virgen desde su iglesia de extramuros a la Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol. Este traslado se efectuó el 25 de abril del mismo año (véase que era la fecha en la que la Iglesia celebraba las Rogativas o Letanías Mayores) y ese mismo día comenzó a llover copiosamente, lluvia que continuó al día siguiente, 26 de abril, fecha en que se celebró la función solemne por el Cardenal Arzobispo de Valladolid D. Juan Ignacio Moreno Maisanove. La venerada imagen de la Santísima Virgen del Carmen estuvo tres días en la Parroquia de San Pedro Apóstol, tras los cuales regresó a su templo. De estas rogativas hay una “Memoria” levantada en el libro de actas de la Devoción:
Rogativa de 1868
“…en esta situación angustiosa no pudo contener su espansión ninguno de los Corazones y un grito general acompañado de copiosas lágrimas resonó por los aires y la vobeda que tierna y dolorosamente acentuaba. Agua Virguen Santísima del Carmen Agua, no, nos desampares. No, parece que contestó a ese compungido clamor el rostro Amoroso y admirable de la Señora, no os desamparo, ni os desampararé nunca. Repasad sino que cuando veníais ni la hermosa claridad del sol, ni el despeje completo de la admosfera presagiaban, una pronta e inmediata llubia, y ahora yo atraigo las nubes que antes de mi llegada, os han de dar muestras de mi amorosa clemencia. Y ¡Oh prodigio estupendo de la mejor de las Madres! El cielo se encapotó de pronto, y elebandose ala perpendicular rapidamente una estensa y negruzca nube ya despidió muchas y gruesas gotas por el trayecto de las huertas… centuaba. Agua Virgen Santísima del Carmen Agua, no nos desampares. No, parece que contestó a ese compungido clamor el rostro Amoroso y admirable de la Señora, no os desamparo, ni os desampararé nunca. Repasad sino que cuando veníais ni la hermosa claridad del sol, ni el despeje completo de la atmósfera presagiaban, una pronta e inmediata lluvia, y ahora yo atraigo las nubes que antes de mi llegada, os han de dar muestras de mi amorosa clemencia. Y ¡Oh prodigio estupendo de la mejor de las Madres! El cielo se encapotó de pronto, y elevándose ala perpendicular rápidamente una extensa y negruzca nube ya despidió muchas y gruesas gotas por el trayecto de las huertas…”.
Mientras, la vida de la Hermandad continuaba y para su gobierno y organización se hizo nuevo Reglamento y Estatutos que fueron aprobados por Mons. Benito Sanz y Forés, Arzobispo de Valladolid, el 18 de diciembre de 1888.
En el año de 1896 y en ocasión de otra enorme sequía, fue por segunda vez trasladada la Virgen del Carmen en solemne procesión de rogativa a la Parroquia de San Pedro Apóstol, según propuesta del Sr. Cura Párroco de esta iglesia, Don Manuel Martín Sanz, a quien se lo habían solicitado unos particulares, y así se acordó en la Junta general extraordinaria celebrada para este fin el día 27 de abril de 1896. La procesión de traslado tuvo lugar el día 29 del mismo mes y año, permaneciendo la imagen en San Pedro hasta el domingo 10 de mayo del mismo año. Durante este tiempo que estuvo en la Parroquia la Santísima Virgen del Carmen, y en acción de gracias por haber terminado con la sequía, se celebró en honor de Ella un solemnísimo triduo, que fue costeado con entusiasmo y devoción por todos los vendedores del Mercado del Val, cuya Comisión gestora la componían Clara Santa María, Aleja Santiago, Isidora Rivera, Lorenza María, Manuela Merino, María Calvo y Tomás Merino.