Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar

Carmen de Extramuros

Cofradía de la Antigua Devoción de Nuestra Señora del Carmen de Extramuros – Valladolid 1840

El Convento primitivo

De la ermita de San Alejo al Convento de Nuestra Señora del Consuelo

El deseo de Santa Teresa de Jesús de regresar a la primitiva regla y forma de vida en la Orden del Carmelo se había iniciado en la rama femenina en 1562. Ese mismo afán quiso extenderlo a la rama masculina, comenzando su reforma en 1568, tomando un papel destacado en ella San Juan de la Cruz y fray Antonio de Jesús. Los primeros años de esta reforma masculina se vieron empañados por dificultades con los carmelitas calzados llegando esta situación hasta el año 1581. Este año, los días 3 y 4 de marzo, se reúne el decisivo Capítulo de Alcalá de Henares, en el que los carmelitas descalzos se constituyen en Provincia independiente, con el nombre de «San Elías de Castilla». Esta fundación de Valladolid es la primera tras dicho Capítulo.

Efectivamente, dos meses después, concretamente el 4 de mayo de 1581, los descalzos se instalan en Valladolid, siendo su primer emplazamiento la ermita de San Alejo, construida por Fernando de Cabria, y que fue ofrecida por sus descendientes a Santa Teresa -junto con una casa que había al lado de la ermita-. Esta ermita se encontraba «fuera de las puertas de Santa Clara, a la derecha del camino que va a Cabezón y aproximadamente a media distancia entre la población y el que sería su emplazamiento definitivo». Dos años antes, Santa Teresa ya pensaba en esta ermita como lugar para establecerse, como lo señala en una carta fechada en Valladolid el 18 de julio de 1579 a fray Jerónimo Gracián al escribir «Sepa que el abad de aquí (don Alonso de Mendoza) es muy amigo del señor obispo de Palencia (don Álvaro de Mendoza), y aun yo le he hablado y está muy bien conmigo, y ya hay otro provisor. Si Dios nos diese recaudos, cierta tenemos la licencia de San Alejo. La priora (hija de Fernando de Cabria, hortelano que había levantado la ermita) anda mala, acá ha venido; está muy firme. Ha estado muy al cabo y dejaba al licenciado Godoy por testamentario y firmes los negocios que ha tratado. Hágalo Su Majestad como puede, que mucho lo deseo». En otra misiva al mismo fraile fechada el 24 de marzo de 1581, dice que la anciana ermitaña que cuidaba de ella, «está loca de placer. Lo que ella baila, y hace, me dicen es cosa donosa» a causa de haber aceptado el Capítulo fundar en la ermita de San Alejo. En tiempos de Canesi todavía se mantenía esta ermita, donde aún se veneraba «la imagen de María Santísima, con el título de Nuestra Señora de la Esperanza».

Los primeros frailes en la ermita de San Alejo fueron: Fray Simón de San Ángelo, Fray Eliseo de los Mártires, Fray Blas de San Alberto, Fray Juan de la Cruz, Fray Bartolomé de Santa María, Fray Gabriel de San Juan, Fray Alonso de la Cruz, Fray Pedro Hilarión, Fray Diego de Jesús y Fray Tomás del Espíritu Santo.

Una nueva ubicación

En 1 de enero de 1583 los frailes se trasladan a un nuevo lugar, una finca donada (o adquirida por bajo precio) a D. Diego de Salcedo y Dª María de Menchaca. María Antonia Fernández del Hoyo supone la existencia de una iglesia de carácter provisional, situada en una edificación preexistente o la construcción de un pequeño templo mientras reunían fondos para la construcción de nueva planta de la iglesia y convento, obras éstas que comenzarían hacia 1594. Este mismo año D. Francisco Enríquez de Almansa y Dª Marina de Zuñiga y Velasco adquieren el patronazgo del convento, como lugar de enterramiento, acuerdo que se rompe al año siguiente. A través de censos, los religiosos descalzos consiguen proseguir con las obras, comenzando ya la relación con la familia Camporredondo. En las extensas huertas con las que contaron se levantaron ermitas para las penitencias de los religiosos.

La traza del convento e iglesia se atribuye a Diego de Praves, a finales del siglo XVI. Mientras que la portada de la iglesia, concretamente la zona de puerta, excluyendo, en principio, la hornacina que cobija la imagen de la Virgen del Carmen, fue trazada por Francisco de Praves, comprometiéndose a realizarla en febrero de 1617, Martín de Répide, Juan Vélez de Bareyo y Gregorio de Iparaguirre. El nicho u hornacina e imagen de Nuestra Señora del Carmen, junto con los escudos de los Camporredondo pueden ser de 1676, fecha que aparece en la peana de la imagen.

Ya se ha indicado que a finales del siglo XVI se inicia la relación de este Convento de Nuestra Señora del Consuelo con la familia de los Camporredondo. A comienzos del siglo XVII, en 1602, Dª Catalina del Río, viuda de D. Juan de Camporredondo, compra la capilla de San Juan Bautista (primera capilla del cuerpo de la iglesia, lado del Evangelio, partiendo desde el crucero a la puerta, hoy dedicada a San Antonio de Padua, San Pedro Regalado y Nuestra Señora de la Mano) como entierro de la familia. Casi veinte años después, en 1623, se reedifica esta capilla, trabajo encargado a Francisco Praves. Al año siguiente se coloca el retablo de Juan de Meseras dorado por Jerónimo de Calabria y en 1629 se hace entrega al Convento del relieve del Bautismo de Cristo obra de Gregorio Fernández, quien da carta de pago en 1630. Dos años más tarde, en 1632, Fernández se encontraba trabajando en la Inmaculada Concepción que se colocó en la capilla de los Camporredondo en 1639. Unos diez años después, esta familia adquiere el patronazgo de la capilla mayor, en la que se colocará la Inmaculada y el Bautismo de Cristo, dejando libre la primera capilla adquirida en 1602 donde se colocó la imagen de Nuestra Señora del Carmen, y en 1651, D. Antonio de Camporredondo, encarga a Pedro de la Torre su sepulcro, que estuvo situado al lado del Evangelio. Esta relación se ve compensada por parte del Convento acordando en 1652 otorgar el patronazgo de todo el convento a D. Antonio de Camporredondo, quien por estos años había costeado la ampliación del convento.

Del año 1625 data la cruz de piedra sobre columna toscana que se levanta ante la fachada del Santuario, junto con el escudo de la Orden hay una inscripción con el texto «Esta Cruz dio de limosna Catalina de Canseco a este convento de carmelitas descalzos. Año de 1625».

En torno a 1738 se construye la Capilla de San Joaquín y Nuestra Señora de la Mano, o incluso con anterioridad, ya que ya aparece en el plano de Ventura Seco fechado ese mismo año o, cuanto menos, el primer tramo de la capilla. Se levantó esta capilla para conmemorar la curación de un religioso de la Comunidad, el hermano Alonso de Jesús, por intercesión de San Joaquín (a quien el religioso se encomendó por los muchos milagros que hizo en el convento de esta misma Orden en Pamplona). El espacio de la capilla se compone de un primer tramo rectangular cubierto con bóveda de cañón y otro octogonal, con cúpula de cascos; tras el retablo se encuentra la sacristía y camarín. En cuanto a las yeserías, por el parecido con las de la iglesia de San Juan de Letrán, debidas a Matías Machuca, la obra se adscribe a este maestro. Era la capilla en la que probablemente recibieron sepultura los religiosos de la comunidad, quedando como pertenencia de la misma. Jesús Urrea ha relacionado la traza de esta capilla con la obra de fray Pedro de la Visitación. Rafael Floranes habla de la presencia de la imagen del Santo titular de la capilla y de otros dos retablos, uno a su epístola dedicado a San Antonio de Padua y otro al lado del Evangelio, dedicado a San José, frente al de San Antonio. Los retablos son obra de Miguel de Irazusta, quien según recoge Ventura Pérez6 se encontraba asentando estos retablos a principios de noviembre de 1740, y fueron encargados por el D. Juan Raimundo de Arteaga Lazcano Chiriboga y Hurtado de Mendoza, II Marqués de Valmediano. El retablo mayor de esta capilla Jesús Urrea7 lo ha identificado en la iglesia de las Trinitarias de Fuensaldaña, cerca de Valladolid. La titularidad primitiva de la capilla aún se mantiene por medio de los cuadros que representan diversos episodios de la vida de San Joaquín. Estas escenas están basadas en los evangelios apócrifos, especialmente en los denominados proto-evangelio de Santiago y el Evangelio de Pseudo-Mateo. Estos escritos hablan de San Joaquín como un hombre piadoso y generoso, al igual que su mujer Santa Ana, pero tenían el dolor de no tener descendencia. Los episodios que representan las pinturas de esta capilla son:

  • Rubén, escriba del Templo, impide a San Joaquín hacer ofrenda en el Templo al considerar que Dios no lo bendecido por no tener descendencia.
  • El ángel del Señor se aparece a San Joaquín, cuando se había retirado con los pastores, para decirle que vuelva con su esposa, San Ana, a la que también se había aparecido, para anunciarles que serían padres de María, de quien le dice “Ésta vivirá en el templo del Señor, y el Espíritu Santo reposará en ella, y su beatitud será mayor que la de todas las mujeres, aun de las más santas, de suerte que nadie podrá decir que hubo, ni que habrá, mujer semejante a ella en este mundo”.
  • Abrazo de San Joaquín y Santa Ana en la Puerta Dorada.
  • Regreso de San Joaquín, junto con Santa Ana, al Templo.

A estas pinturas habría que añadir otro representando la Presentación de la Virgen en el Templo. Son obra de hacia 1740, relacionables con Ignacio de Prado.

Descripción del convento

Retablo mayor. Su dorado fue contratado en 1611 por Antonio González de Castro y Melchor Monje. Constaba de banco -donde figuraban los evangelistas y también se encontraba la custodia con las imágenes de San Pedro y San Pablo-, cuerpo principal -con seis columnas y sus pilastras o traspilares-, en todo el retablo se repartían las efigies de ocho santos grandes y, finalmente, el ático -con un Crucificado sobre un panel en el que se representaba Jerusalén y un cielo eclipsado10. En época de Canesi ya estaba colocada la Inmaculada (de 1649 a mediados del siglo XIX). Pudo ser retirado de su primitivo emplazamiento en la Guerra Napoleónica. En Santovenia existió un retablo que en 1947 se trasladó a la Casa de Ejercicios de Cristo Rey en Valladolid y que seguía un esquema similar al del antiguo del Carmen Descalzo.

Colateral del Evangelio. Con el Bautismo de Cristo (Gregorio Fernández) de 1649 a 1836. En el remate lienzo del Martirio de San Juan Bautista, de Jerónimo de Calabria.

Colateral de la Epístola. Santa Teresa de Jesús, escultura de Gregorio Fernández. La pintura de la imposición del manto a Santa Teresa es de Jerónimo de Calabria. Al lado, y frente a la capilla de San Joaquín, tenía un retablo con el Niño Jesús.

Se menciona también una Capilla de San Juan de la Cruz al lado de la epístola del presbiterio, bajando una escalerilla, de la que era Patrono el Colegio Mayor de Santa Cruz.

Capilla de San Joaquín y Nuestra Señora de la Mano. Con las efigies de San Joaquín y Nuestra Señora de la Mano y los retablos de San José y San Antonio de Padua, parece que incluso con los arcángeles, todas las esculturas obra de Luis Salvador Carmona (c. 1740).

Capillas del lado del Evangelio

Capilla de Nuestra Señora del Carmen (antes de San Juan Bautista –de 1602 a 1649-, y de la Inmaculada). De 1629 a 1649 estuvo aquí el retablo del Bautismo de Cristo. Antonio de Camporredondo tenía un hermano en la comunidad llamado Fr. Juan Bautista. Retablo de Juan de Meseras, con pintura de Jerónimo de Calabria y Miguel Grijelmo (1624). Escultura de Gregorio Fernández (600 ducados). Se trasladará al colateral del Evangelio al adquirir el patronazgo de la capilla mayor. En la década de los 60 del siglo XVII pasa a D. Diego González de Bonilla Guerra y Serrano. Tiene cripta.

Capilla de San Gregorio (Papa y Doctor de la Iglesia), adquirida por D.ª Gregoria de Vargas y Vergara como lugar de enterramiento suyo y de su marido, D. Álvaro de Paz de Quiñones. Contó con retablo y reja de Francisco Solanes.

Capilla de San José y Nuestra Señora o del Nacimiento. Era propiedad de familia Carranza, primero de D. Pedro Martínez de Carranza (1631) y posteriormente de D. Diego de Carranza y Vega (1702).

Capilla de Nuestra Señora de Belén o de la Leche. De D. Manuel Alejandro Álvarez, Canónigo Decano de la S.I. Catedral de Valladolid.

Capillas del lado de la Epístola

Capilla de Nuestra Señora Del Amparo. Comprado por D.ª Leonor de Ocampo en 1626, entierro de ella y de su marido D. Pedro Enríquez de Guzmán, Señores de Siete Iglesias.

Capilla de Nuestra Señora de la Pasión (de los Dolores). Era de D. Francisco de Herrera y su mujer D.ª Isabel Espinosa. Tuvo con retablo de Pedro de la Cuadra. Tiene cripta.

Capilla de Santa Ana. Nuestra Señora con su hijo en regazo, San Joaquín, Santa Ana y San José. Era de D. Manuel de Villordón y su mujer D.ª Isabel Rodríguez Pernes de Restrebada.

Capilla del Cristo (crucificado de pincel), sin dueño.

A %d blogueros les gusta esto: